26 de septiembre de 2007

CAPRIATI, CERCA DEL SUICIDIO


La ex niña prodigio del tenis, la estadounidense Jennifer Capriati, reconoció al diario ’New York Daily News’, que la imposibilidad de jugar por las lesiones la llevó a una profunda depresión, que motivó que varias veces pensara en suicidarse.

Ahora tratada médicamente, señaló sus avances sobre el mal momento vivido: "El suicido no es una solución, aún tengo los medios para seguir adelante y hallar el camino correcto"

En la nota, que difundió ’Mundo Deportivo’ de España, se expresa además que Capriati es el paradigma del fenómeno de las ’niñas prodigio’ en el tenis. A los 13 años debutó en el campo profesional, llegando a una final contra la argentina Gabriela Sabatini en el WTA de Boca Ratón.

Los organismos del tenis, deseosos de explotar a la nueva maravilla, hicieron trampa para permitir ese temprano estreno. Adecuaron la norma del límite de los 14 años a sus intereses: interpretaron que Jenny podía ingresar al circuito porque durante ese mismo 1990 celebraría su cumpleaños.


Agrega la publicación que esos mismos responsables del tenis femenino actuaron a la inversa cuando presenciaron el hundimiento de la impactante campeona olímpica de Barcelona’92.

Capriati aparecía demacrada en la ficha policial de su detención, debido a posesión de marihuana. Sus dos acompañantes portaban heroína y crack. Era mayo de 2004, y el escándalo se unía a un episodio menor, aunque revelador de su crisis, cuando hurtó una "baratija" de US$ 15.


A los 18 años era una muñeca rota. Derrotada en la primera ronda del US Open de 1993, sólo disputó un encuentro en 1994 y estuvo inactiva en 1995. Volvió a intentarlo en febrero de 1996, con ánimos renovados, y alcanzó el Nº1 mundial, tras ganar dos Open de Australia y un Roland Garros.

Instalada en la elite, una lesión en uno de sus hombros frenó su trayectoria, al perder con la rusa Vera Zvonareva, por 6-0 y 6-1, en Philadelphia, en noviembre de 2004. Desde entonces, llegó el vacío. Le dijo adiós al tenis profesional, sufrió una gran depresión y ahora juega su partido más importante: el de la vida.

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